lunes, 28 de febrero de 2011

Victor Delgado: Artesano de motos en Bizkaia.

Rescatamos del díario DEIA, en su versión digital del domingo 27/02/2011, una entrevista a Victor Delgado (Mecánico y Restaurador de motos antiguas).

http://www.deia.com/2011/02/27/ocio-y-cultura/que-mundo/durante-el-franquismo-importaban-motos-a-piezas



No le queda vida. Ese parece ser el pesar de Víctor Delgado. No le resta el tiempo suficiente para bucear en la mecánica de cuantas motos antiguas pasan por su manos. Las persigue con la misma paciencia con la que Sherlock Holmes hilaba sus soberbias deducciones y las reconstruye con la misma pasión empleada por el doctor Frankenstein, "aunque jamás pongo a una moto una pieza de otra. Si no la tengo, la mando fabricar según era el modelo de la época".

A sus 64 años anuncian que la edad de jubilación se retrasa... ¿Salvado por los pelos?
A mí no me pillan con esta ley, yo cuelgo la chapa. Pero tampoco me van a quitar la pasión de reparar motos antiguas. Si me lo quitasen me quitaban media vida.

¿Dime cómo conduces y te diré cómo eres?
Algo así, sí. Se pilota según el carácter de cada cual; yo defiendo que no hay que correr como locos ni poner la moto a 180 kilómetros por hora. El disfrute del paseo es superior al de la velocidad.

Guarda en su taller tesoros de un tiempo en que la moto era signo de distinción...
¡Hombre, cualquiera no podía tener una moto! Era algo para gente pudiente...

¡Que abría las puertas al amor hermoso!
¿Ligabas más con una moto? No lo sé, quizás. Una cosa sí que es seguro: ¿se acuerda de lo que resultaba difícil hacer en un Simca 1000...? ¡Pues en una moto, ni le cuento!

¡Quedémonos solo con una!
Imposible. Cada moto que restauro tiene su historia. Ahora trabajo en una maravilla que fue la montura de la policía de la República y, más tarde, la primera moto que utilizó la Policía Nacional con Franco. Es una joya, pero permítame que le cuente algo curioso.

¡Venga esa historia!
Durante los primeros años del franquismo, estaba prohibido traer motos del extranjero y la gente se apañaba para traer las piezas y montarlas aquí. Eso lo tuvo que hacer incluso la Guardia Civil de Tráfico, que montaba en la fábrica de isocarros Roa de Madrid.

Aquella de allí parece sacada de la II Guerra Mundial...
¡Qué dice! Es de 1928 y está matriculada en Bilbao. El de Seur me dijo que costaban más los portes que la chatarra, pero es una maravilla. Habrá que tratarla como merece...

Habla como si se tratase de una criatura viva...
A tanto no llego, pero es cierto que cada moto tiene sus rasgos, su peculiaridad. Y merece una fidelidad a la época de la que procede.

¿Existe un mercado, qué se yo, como el del mueble antiguo?
Aquí es mas complicado, pero en Francia -y sobre todo en Inglaterra...- por supuesto que sí. Allí encuentras piezas originales, gente que está muy preparada.

¡Auténticos artesanos!
Algo de eso hay. Este mundillo va más allá de la mecánica: pasa a la artesanía.

Usted corrió pruebas de motocross...
Eso fue hace mucho tiempo. Hoy no pienso en correr; me gusta descubrir paisajes nuevos, salir cuatro o cinco amigos a dejarse llevar por la moto. Es una hermosa manera de mantener la amistad.

¿Qué decirle a quien entiende que la moto puede perjudicar seriamente la salud?
¿Lo dice por lo de que el cuerpo es la carrocería...?

¡Exacto!
Va en la forma de conducir, insisto. Y en la suerte. La suerte es imprescindible en la vida.